Historia y leyenda de la calle Sierpes.
Decir calle Sierpes es decir Sevilla. Pocas vías urbanas se han asociado tan indisolublemente al nombre de la ciudad a la que pertenecen. Esta biunívoca relación ha sido posible gracias a la contribución de los múltiples autores que desde el siglo XVI en adelante se han referido a ella en sus obras (Cervantes cita en su comedia El rufián dichoso a un francés jorobado, Pierres Papin, que poseía en dicha calle una tienda de naipes).
Entrada a la calle Sierpes desde La Campana. |
Durante el Siglo de Oro era calle en la que abundaban gentes de mala vida y peor calaña (tahúres, fulleros, robabolsas, estafadores) que, ansiosos, esperaban a los enriquecidos incautos que volvían de Indias con ganas de jarana, o a los no menos inocentes que acudían a Sevilla desde toda Europa para comprar las mercancías procedentes del Nuevo Mundo. Ya se sabe que el dinero ganado con facilidad llama a toda clase de vicios.
Placa que recuerda la estancia del Gran Poder en el Colegio de San Acasio. |
Como decíamos, por la famosa calle circulaba un trozo de Guadalquivir, en cuyos márgenes se edificaron varios conventos durante los siglos XVII y XVIII. En uno de ellos, el conocido como Convento de San Acasio, formando esquina con la actual calle Caravaca, estaba afincada la Hermandad de Jesús del Gran Poder, según recuerda una placa de mármol en la esquina instalada.
En la época gremial, hace algo más de quinientos cincuenta años, Sierpes era conocida como calle de Espaderos, por la abundancia de establecimientos que existían de este tipo. A partir del siglo XV, y por motivo desconocido, comenzó a denominarse calle de la Sierpe primero, calle de las Sierpes más tarde y, finalmente, calle Sierpes. Algunos autores opinan que tal bautizo tenía su origen en su serpenteante forma; otros consideran que el apelativo proviene de la Cruzde la Cerrajería (ubicada hoy día en la plaza de Santa Cruz), y que estuvo instalada hasta 1.840 en la confluencia de la calle Rioja con Sierpes), debido a los adornos con forma de serpiente que la enriquecían. También se dice que pudiera provenir de un supuesto caballero, llamado Álvaro Gil de las Sierpes, que tenía su residencia en la susodicha calle. Una última versión se refiere a la existencia de una taberna de la Sierpe instalada en dicha calle.
Cruz de la Cerrajería, antiguamente colocada en calle Sierpes y, en la actualidad en la Plaza de Santa Cruz. |
Azulejo colocado en la actual sede de Cajasol, que recuerda la ubicación de la Cárcel Real. |
Allí se descubre que el anónimo informante era Melchor de Quintana y Argüeso, un Bachiller de Letras por la Universidad de Osuna (en aquella época tercera de España, tras Salamanca y Sevilla) preso por participar en una rebelión contra el rey inspirada por el duque de Arcos, quien posteriormente le dejó en la estacada. Ante el escribano, el de Quintana cuenta cómo descubrió al culpable y para ello narra su intento de fuga de la prisión.
Y efectivamente, encontraron al asesino en el lugar señalado, con una daga clavada hasta el puño que confirmaba su muerte, así como los restos de huesos humanos a su lado que le señalaban como responsable. El culpable era una enorme serpiente, cuyo tamaño era del grosor de un hombre, que luego fue presentada en público en la calle Espaderos, que a partir de entonces fue también conocida como “Calle de la Sierpe“.
- Existencia de un reptil de grandes proporciones.
- Su guarida se encuentra en el subsuelo.
- El monstruo se alimenta de personas y/o animales.
- El valiente justiciero es siempre un preso, consiguiendo con esta obra su libertad.
- La muerte del animal se consigue con las propias armas del matador.
Azulejo que nos recuerda las veces que Cervantes nombró a la calle Sierpes. |
En la esquina de la calle Sierpes con la Plaza de San Francisco, donde hoy se levantan las oficinas centrales de Cajasol, estuvo la Cárcel Real de Sevilla, que conservaría dicho uso entre los siglos XVI y XIX. Allí permaneció preso durante tres meses, en 1.597, Miguel de Cervantes. Y, si hacemos caso del prólogo del Quijote, donde dice que el personaje se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación, no es absurdo imaginar que Cervantes comienza a idear su obra maestra precisamente allí. Vaya en descargo del ilustre escritor la causa de su condena: siendo cobrador de impuestos del Estado, don Miguel ingresaba las cantidades cobradas en un banco que, posteriormente, quebró; como entonces no existía ningún mecanismo regulador de estas situaciones, quien debía reembolsar lo perdido era el titular de la cuenta, o sea, Cervantes.
Otros personajes ilustres, “huéspedes” del local, fueron Bartolomé Morel (fundidor del Giraldillo), Mateo Alemán, Alonso Cano y Martínez Montañés.
Azulejo conmemorativo de la labor realizada por Nicolás Monardes. |
En el otro extremo de la calle, cerca de la Campana, tuvo su casa en el siglo XVI Nicolás Monardes. Médico y botánico, fue el primer europeo en estudiar las plantas que comenzaban a llegar de la América recién descubierta. Monardes siembra algunas de esas plantas en el huerto y azoteas de la casa, siendo el primer lugar del viejo mundo donde se cultivan tomates, tabaco o patatas, entre otras muchas especies.