El turismo gastronómico gana adeptos en estos tiempos. Ya no se trata sólo de conocer los monumentos de las ciudades, sus lugares pintorescos, las joyas que guardan sus museos, sino que el visitante quiere homenajear a su vista, sí, pero también a su gusto y por eso busca experiencias culinarias que le sean gratificantes y queden grabadas en su memoria.
Comer en Sevilla se convierte así no es un hecho fisiológico imprescindible para quienes nos visitan sino que para muchas personas resulta un acontecimiento especial que enriquecerá su cultura, porque en los fogones también hay mucho ADN de la ciudades en las que vivimos. El Restaurante Becerrita tiene bien ganada fama de conciliar tradición y vanguardismo, de haber buceado en el recetario andaluz desde los tiempos de los árabes pero no tener remilgos para afrontar un plato acorde con los nuevos tiempos. Y eso lo saben quienes visitan Sevilla.
Pero el turista, accidental o habitual, tampoco se detiene sólo en la comida cuando se decide por un negocio de restauración. El cliente necesita también encontrarse cómodo en los salones, que su experiencia gastronómica venga acompañada, cómo no, de un entorno con clase. Por eso, es habitual ver en su libro de reservas a huéspedes de hoteles como Casas del Rey de Baeza, Casas de la Judería, Alma Marqués de Villapanes, Petite Palace Santa Cruz, Casa n’7, Casa del Maestro, Posada del Lucero, todos ellos cercanos a Recaredo, pero también a quienes reservan habitación en el Alfonso XIII, Ayre, Sevilla Center, Macarena, Meliá Sevilla o Hesperia, algo más alejados -cortísimos trayectos en coche, bien del servicio público o con el propio, en este segundo caso con plaza de garaje privado garantizado para su clientela- pero que, al documentarse para su estancia en Sevilla, adquieren la certeza de que el Restaurante Becerrita reúne todas las cualidades que esperan de un lugar donde tomar un aperitivo, invitar o invitarse a un almuerzo, cerrar un buen negocio o gozar de una cena romántica.
Y eso es así porque Becerrita es una prolongación de los lugares que han buscado para alojarse, porque en sus salones reina el mismo refinamiento, la misma clase, el mismo buen gusto, el mismo buen servicio del lugar en el que se hospedan. Y además, lo principal, se come de lujo.
Por Efepege